Gob. de Boyacá

 jueves 02 de enero de 2020

 

Primero la vida. Primero el agua

Foto: Gobernación de Boyacá

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Boyacá sorprende cada vez que demuestra de qué está hecha su gente.

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Chiquinquirá, en el occidente del Departamento y Aquitania en la Provincia Sugamuxi, son dos municipios que permiten sintetizar y conocer el trabajo del Gobierno ‘Creemos en Boyacá’ durante el cuatrienio 2016 -2018, por el agua en tanto derecho fundamental. Esta es la historia.

La tarde del 29 de junio del 2018, dos mil personas llegaron al Coliseo de Deportes de Chiquinquirá para reiterar al Gobierno Nacional, su rotundo rechazo ante cualquier acción o intento que coloque en riesgo el bienestar colectivo. Allí fue adelantada la Audiencia Pública sobre las pruebas sísmicas que por entonces estaban siendo desarrolladas en las provincias de Occidente y Ricaurte.

Catorce días atrás, es decir el 15, la comunidad del municipio de Caldas recurrió a la organización y a la movilización para detener la maquinaria de la empresa polaca Geofizyka Torún, la cual, con permisos de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y recursos del Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (Fonade) tenía a cargo la iniciativa, en 12 municipios más, denominada ‘Adquisición y procesamiento de información sísmica de la Cordillera 2D con vibros’ para soportar estudios de planeación del territorio, amenazas geológicas, determinación de fallas y riesgos asociados, y prospección para hidrocarburos.

La presencia de aquella empresa alertó a habitantes rurales quienes recogieron geófonos y cables que el equipo de ingeniería había extendido, y se los entregaron a la Personería local.

En la exploración de yacimientos de hidrocarburos, naturalmente puede ser hallado petróleo convencional o no convencional como el gas, que se extrae desde el lecho rocoso del suelo mediante la técnica de fractura hidráulica o fracking. Esto lo sabe el campesinado de Caldas. De ahí su desconfianza.

La población de la totalidad de los municipios boyacenses conoce su propio poder. También conoce el mapa que incluye áreas potenciales de no convencionales en su territorio, y las implicaciones ambientales del fracking. Está bien informada.

Por eso con el despertar del 16 de junio, la noticia de la inconformidad de Caldas ocupó los primeros titulares en distintos medios. A sus habitantes nadie les había consultado si estaban o no de acuerdo con las pruebas de sísmica de Geofizyka Torún.

“La ciudadanía tiene derecho a decidir sobre su presente y sobre su futuro. En Caldas no hubo socialización del proyecto”, declaró en defensa de la gente, de la vida y del agua, el gobernador Carlos Amaya.

Según el ingeniero Amaya, ni ambientalista, ni ninguna persona está de acuerdo en que se busque petróleo en lugar de agua. El Fonade destinó $ 10.000 millones para la iniciativa mencionada.

La sed padecida por Chiquinquirá desde la sequía de 2015, no podía calmarla el petróleo. Mucho menos habría sido posible abrir las puertas al fracking, actividad que usa en un solo pozo entre 9.000 y 29.000 toneladas de agua.

Lejos de desear cambiar la vocación agrícola de Boyacá y desconocer las oportunidades turísticas, el público de la Audiencia Pública en el Coliseo de Deportes, aquel junio de 2018, fue enfático al decir que no estaba dispuesto a cambiar agua por petróleo.

El clamor de las provincias de Occidente y Ricuarte respaldado por su Gobernador, surtió efecto: ¡Victoria!. Para el 10 de septiembre la empresa polaca había terminado de forma anticipada el contrato que tenía suscrito con el Fonade.

Por parte del Gobierno Departamental antes de culminar ese 2018, declarado en el territorio ‘Año del Agua y del Ambiente’, Chiquinquirá obtuvo como respuesta la firma del documento que permitió iniciar la implementación de un sistema de acueducto por $ 15.430 millones, que mejora la prestación del servicio de agua.

La medida pasa por remover una gran cantidad de hierro y manganeso, para que la Planta de Tratamiento de Agua Potable ‘Terebinto’, tenga suficiente capacidad de clarificar el preciado líquido. Antes tendrá lugar un proceso de aireación, sedimentación y filtración que llevará a elevar los niveles de agua desde el río Suárez, a partir del bombeo que disminuye la dependencia del afluente. El segundo componente es la conexión del nuevo sistema con el existente, y el reemplazo de las válvulas. El tercero es la intervención tanto de la nueve Planta, como de la antigua, y la rehabilitación de los sistemas de ozonización. Finalmente serán cambiados los lechos flotantes y será construida una caseta de desinfección.

Además, al pozo profundo construido y entregado en el Parque Juan Pablo II por $10.000 millones, se suma la recuperación de la Laguna de Fúquene, labor liderada por el Gobierno de Boyacá y la CAR Cundinamarca, que hoy contar la historia de un municipio digno que se negó a creer que la situación sería eterna.

La falta de lluvia durante varios meses entre finales de 2015 y comienzos de 2016 ocasionó que Fúquene y fuentes fundamentales como el río Suarez, alcanzaran el nivel adecuado para abastecer a la capital de Occidente.

Como si fuera poco, hasta 2018 y desde hace cerca de 70 años, el acueducto municipal no había sido reemplazado, y tampoco había recibido la atención debida la Planta de Tratamiento de Agua Potable.

La crisis fue intensa. El agua llegaba en pocas cantidades, cada tres días y con aspecto y olor anormal. Cristian Camilo Morales y Óscar Iván Rojas son jóvenes que coinciden al recordar las filas en el Hospital por dificultades digestivas y por alteraciones en la piel. El agua que llegaba por los grifos a sus hogares, enfermaba también a los animales domésticos.

Morales y Rojas indicaron que, en esa época, la gente de Chiquinquirá debía acudir a fuentes de agua como los chorros naturales en los sitios Tres de Julio y La Veranita, comprar un metro3 a $50.000 cuando normalmente costaba $4.000, o hasta 60 bolsas de agua semanales sin descontar de su presupuesto el pago de la factura mensual por tan lamentable servicio.

Incluso mediante marchas y cacerolazos tuvieron que suplicar al Gobierno Municipal por soluciones, dice Ana Lucía Guerrero.

La esperanza regresó cuando los esfuerzos del gobierno del ingeniero Amaya empezaron a dar frutos. Yaqueline Caro nota los cambios: “hace cuatro meses podemos usar el agua de los grifos, que ahora es transparente, huele bien y llega puntual”.



Con razones de sobra, para Occidente, Ricaurte y todo Boyacá, siempre será más importante el agua que el petróleo.

“No nos pueden seguir robando los sueños, y no pueden condenarnos a padecimientos absurdos. El agua no debe ser jamás, un privilegio de unos pocos. El agua es un derecho fundamental y su defensa es una tarea colectiva”, manifestó en Chiquinquirá, el Gobernador.

A 203 kilómetros de Chiquinquirá. Aquitania en la Provincia Sugamuxi, libró por 25 años, su propia batalla por el agua y por la conservación del majestuoso Lago de Tota, con 55 kilómetros2, el más grande del país, el segundo lago navegable a mayor altitud de América del Sur, reserva del 13,55% del agua de Colombia y Área Internacional para la Conservación de Aves.

Baudilio Chaparro Talero es un campesino que vive en la vereda Pérez entre la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales y la quebrada La Mugre, la misma que lleva ese líquido al Lago.

Asegura que mientras la Planta no funcionó durante 25 años, día a día y en las horas más intensas de sol, el hedor de las aguas del municipio, sin tratar, era insoportable.

Pero ahora el panorama es distinto. “De primera. Ha sido muy especial eso que hizo la Gobernación y la Alcaldía. El Lago que nosotros queremos mucho y que hay que cuidar, va a empezar a recibir agua menos contaminada”, menciona Chaparro.



Como él, en Aquitania agradecen el respeto que el gobierno de Carlos Amaya les expresó al honrar su palabra y poner en marcha desde febrero de 2019, la esperada obra.

Son $ 3.395 millones los que optimizan las condiciones de calidad del agua para el consumo, y a la vez disminuyen el impacto ambiental mediante la reducción de carga contaminante hacia la quebrada La Mugre y el Lago.

Con una Planta de Tratamiento moderna, resistente, capaz de recibir de 25 a 35 litros por segundo, y de calidad, el Municipio cumplirá con los estándares de capacidad hidráulica, mejorará los indicadores de calidad y cobertura del sistema de tratamiento de aguas residuales, impulsará una planificación coherente y articulada con los sectores vivienda, agua potable y saneamiento básico, y disminuirá costos operativos en cada proceso.

David Chaparro, jefe de la Unidad de Servicios Públicos señaló que la obra presenta 60% de avance físico.

Por la vida del Lago y un futuro posible para la comunidad, “las acciones no paran”, agrega el Funcionario. Los recipientes de productos químicos usados en cultivos de cebolla larga, son recolectados con fines reutilizables; ha habido reforestación con plántulas de chicalá, sauce, holly, aliso, laurel y jazmín en los páramos Guane y Los Curíes, y jornadas de limpieza aguas adentro que contribuyen con la recolección de hasta 10 toneladas de desechos.

En Aquitania el Lago de Tota representa una prioridad. Allí no existen dudas sobre la importancia del agua para el desarrollo de actividades que proporcionan sustento: la agricultura y el turismo.

Boyacá necesita agua para sembrar alimentos. Necesita adquirir más predios de interés hídrico y continuar minimizando los riesgos del cambio climático. Esto es realmente apremiante y no el afán por encontrar petróleo convencional o en gas.

Como Occidente a Geofizyka Torún, Sugamuxi le dijo NO a la multinacional petrolera Maurel & Prom, atraída por la disponibilidad de agua del Lago de Tota.

La naturaleza funciona así; presta los servicios de agua, alimentos, aire, recreación y medicina a cambio de algo tan sencillo pero esencial como su cuidado.

En cuatro años la Administración Departamental se ocupó de brindar soluciones verdaderas a la población boyacense.

La inversión total en pozos profundos es de $6.000 millones; otros fueron rehabilitados por $120 millones, y por $134 millones quedaron listos estudios hidrológicos indispensables para nuevos pozos.

Además, a $45.100 millones llega la rehabilitación de sistemas de bombeo y la construcción de interceptores de alcantarillado pluvial y sanitario.

$23.000 suman las obras de construcción de redes de acueducto y optimización de sistemas de tratamiento de agua,y $7.900 es la cifra de ampliación y disposición final de residuos sólidos.

En Boyacá “creemos en un nuevo modelo de desarrollo en el que las familias productoras de alimentos siembren preservando el medio ambiente; en el que cuidemos los páramos, generadores de vida; y en el que la gobernanza tenga por eje el agua”, puntualiza Carlos Amaya.

Siempre quedará en la memoria aquella frase que brillaba en los cientos de carteles que adornaron el Coliseo de Chiquinquirá, pero que que también rompe el silencio en las calles de otras ciudades de Boyacá, Colombia y Ampérica Latina: Primero la vida. Primero el agua.

Fuente: Gobernación de Boyacá

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